lunes, 8 de octubre de 2018

La Reina Loca. El Libro de Vientos de los Sármatas de Ramón Minieri

La poesía de Ramón Minieri evoca lecturas previas en virtud de su prodigiosa efusión de símbolos. Aquí, el viento de los sármatas será el que nos devele la palabra, escrita por las alas de “ángeles ebrios”. Captada pues nuestra benevolencia, inicia el decurso de la lectura con este viento que -como sabemos- nos llevará donde quiera.

La forma es cambiante. El verso libre da cuenta de la fuerza indómita (que es el móvil de la poesía) de un pueblo como el sármata que no se vio doblegado hasta que se perdieron con el correr del tiempo. La estructura, entonces, consta de dos partes, la primera se llama La Reina Loca y la segunda Incursión a la Ruta de la Seda.


Esta fuerza es de “cimatarras / afinadas en do”, de juglares, politeísta que no entiende al Dios cristiano ni a qué se dedica. Austeia, una de las deidades, les enseña a las abejas “el léxico / de lo indecible”. Un pueblo cuya fe se halla en una palabra que pronunciada puede hacer la diferencia, dormita en el carcaj, por si acaso. Este poder perfomativo del lógos evoca la parábola del emperador de Borges.

Movidas por este viento “las ramas / agradecen / con una reverencia” de la misma forma que en la Comedia de Dante. Por eso, así como la vida bélica se plasma en la obra, asimismo, valores como el agradecimiento o el amor también, ya que el mundo “es una armonía de tensiones opuestas, como la del arco y la lira”, como dice Heráclito en el fragmento 51. Aquí leemos al sujeto lírico incapaz de nombrar a la princesa: “soy / una cuerda ronca / un arco / demasiado tenso”.

El acto de creación se da mediante la palabra porque encontramos “un dios calígrafo / eternamente inconforme”. Sujeto lírico y deidad crean aunque no puedan dar voz a lo inefable. Alfonso Reyes decía precisamente que los escritores publicaban para dejar de corregir, puesto que la re(escritura) nunca termina. Copistas “preñados por la Palabra” buscan salvaguardar esta para transmitirla y resguardarla. Paradójicamente, si bien hay hechos inefables nada se pierde, todo está dado ya. Aprender es recordar porque “es el olvido / el que recuerda todo”.

Esta tensión, entre lo decible y lo inefable y entre la guerra y el amor, son el hilo conductor de este poemario con la Historia de trasfondo de este pueblo tan peculiar de la Antigüedad, razón de estudio de Minieri ya que él también es historiador. Son pocas las veces en que la Historia es el telón de fondo de un poemario. Por lo general es a la inversa. Nuestro escritor, felizmente, nos brinda su don, no queda más que leerlo para resolver la tensión o constatarla.


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