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lunes, 8 de octubre de 2018

La Reina Loca. El Libro de Vientos de los Sármatas de Ramón Minieri

La poesía de Ramón Minieri evoca lecturas previas en virtud de su prodigiosa efusión de símbolos. Aquí, el viento de los sármatas será el que nos devele la palabra, escrita por las alas de “ángeles ebrios”. Captada pues nuestra benevolencia, inicia el decurso de la lectura con este viento que -como sabemos- nos llevará donde quiera.

La forma es cambiante. El verso libre da cuenta de la fuerza indómita (que es el móvil de la poesía) de un pueblo como el sármata que no se vio doblegado hasta que se perdieron con el correr del tiempo. La estructura, entonces, consta de dos partes, la primera se llama La Reina Loca y la segunda Incursión a la Ruta de la Seda.


Esta fuerza es de “cimatarras / afinadas en do”, de juglares, politeísta que no entiende al Dios cristiano ni a qué se dedica. Austeia, una de las deidades, les enseña a las abejas “el léxico / de lo indecible”. Un pueblo cuya fe se halla en una palabra que pronunciada puede hacer la diferencia, dormita en el carcaj, por si acaso. Este poder perfomativo del lógos evoca la parábola del emperador de Borges.

Movidas por este viento “las ramas / agradecen / con una reverencia” de la misma forma que en la Comedia de Dante. Por eso, así como la vida bélica se plasma en la obra, asimismo, valores como el agradecimiento o el amor también, ya que el mundo “es una armonía de tensiones opuestas, como la del arco y la lira”, como dice Heráclito en el fragmento 51. Aquí leemos al sujeto lírico incapaz de nombrar a la princesa: “soy / una cuerda ronca / un arco / demasiado tenso”.

El acto de creación se da mediante la palabra porque encontramos “un dios calígrafo / eternamente inconforme”. Sujeto lírico y deidad crean aunque no puedan dar voz a lo inefable. Alfonso Reyes decía precisamente que los escritores publicaban para dejar de corregir, puesto que la re(escritura) nunca termina. Copistas “preñados por la Palabra” buscan salvaguardar esta para transmitirla y resguardarla. Paradójicamente, si bien hay hechos inefables nada se pierde, todo está dado ya. Aprender es recordar porque “es el olvido / el que recuerda todo”.

Esta tensión, entre lo decible y lo inefable y entre la guerra y el amor, son el hilo conductor de este poemario con la Historia de trasfondo de este pueblo tan peculiar de la Antigüedad, razón de estudio de Minieri ya que él también es historiador. Son pocas las veces en que la Historia es el telón de fondo de un poemario. Por lo general es a la inversa. Nuestro escritor, felizmente, nos brinda su don, no queda más que leerlo para resolver la tensión o constatarla.


domingo, 9 de diciembre de 2012

Tolkien: el Señor de los Anillos


Un día como ayer acabé la lectura de El Hobbit de Tolkien. Es la primera vez que lo releo. Mi primera lectura había sido allá por 2002. Esto no resulta interesante, cuanto mucho anecdótico. Me detengo aquí a escribir sobre Tolkien por el impacto que ha tenido en mi vida desde entonces. Puede no importar lo personal al gentil lector pero quizá revista interés la experiencia de la (re)lectura que tanto interesa a quienes leemos como modo de vida, y también a los amantes de Tolkien.

                                                                                                   Profesor Tolkien

Sin más preámbulos pues, fue precisamente en enero de 2002 en Monte Hermoso a mis 17 años que leí por primera vez un libro por mi cuenta, y fue El Señor de los Anillos de Tolkien. El mismo día que lo empecé no pude parar de leerlo. Había tenido charlas previas con familiares que me ayudaron a empezar la lectura. En menos de un mes había leído los tres tomos y había probado la felicidad que suscita la lectura y la literatura cuando esta hace mella en el  lector. De ahí en más leí El HobbitEl Silmarillion y otros libros del mismo autor. Releí ESDLA ya cuatro veces, algunas en inglés y otras en español. Las últimas relecturas las hice en el transcurso de estos dos años, ya consumada mi carrera de Letras en la UNLP, y las experiencias han sido distintas y más enriquecedoras, ya que tanto nosotros como los libros somos ese río de Heráclito tan predilecto a Borges que cambia siempre.

He notado algunos recursos poéticos y literarios que habían pasado desapercibidos en mis primeras lecturas. Probé las mismas emociones, algunas fueron más fuertes esta vez. Para empezar es admirable el poder de invención de Tolkien. Ha creado una mitología tan vasta y rica que abruma de solo concebirla. Sin duda, tomó nombres y mitemas de las mitologías nórdicas, pero eso no le quita mérito, máxime considerando que creó lenguas como el élfico en sus variantes quenya y sindarin, para las cuales confesó haber creado estas historias de la Tierra Media con el propósito de que no se perdieran y quedaran en el olvido. Esto habla a las claras de su profesión y vocación de filólogo, la cual fue uno de los puntos de partida. El amor a la lengua y a la palabra fue un móvil que favoreció su literatura que no es otra cosa que el arte de la palabra, en el cual Tolkien fue maestro universal.

Me fascina la Búsqueda mayúscula en su obra, ya sea de aventuras en la que se ven envueltos personajes como Bilbo y Frodo como así también de sus destinos. Es muy atractivo en tanto la vida misma es una búsqueda. Asimismo, me fascina que en Tolkien se ensalce a los humildes, representados por los hobbits, los cuales perturban los Concilios de los Sabios. Son estos seres insignificantes que toman protagonismo sin buscarlo y gracias a valores como la voluntad, el coraje, la lealtad, la sinceridad, la humildad, la amistad y el amor -entre otros- cambian el curso de eventos que son decisivos en la configuración y el bienestar de toda la Tierra Media. Si bien a nuestro autor no le gustaban las interpretaciones alegóricas de su obra en tanto se proclamaran estas como excluyentes, puede verse entre líneas los humildes de las bienaventuranzas cristianas:bienaventurados los humildes porque ellos serán ensalzados. Creo con Ferro y Disalvo que pueden interpretarse algunos personajes de Tolkien si ya no como alegóricos sí como tipológicos porque algunos son figuras crísticas como Frodo, Aragorn y Gandalf que cumplen roles redentores y salvadores. Se produce una allegoria in factis, es decir, una alegoría en hechos protagonizados por personajes bíblicos y personajes de los hechos que relata Tolkien en su Libro Rojo que, como dice Disalvo, transcurren en un tiempo preabrahámico. Estos son tramados por Dios que nos tiene un destino trazado. Véase el diálogo iluminador de Frodo y Gandalf (The Fellowship of the Ring, Book Two, Book One, The Shadow of the Past, Chapter II):

“’I wish it need not have happened in my time’, said Frodo [sobre la llegada del anillo a sus manos con todo lo que implica y el propósito que se puso].
‘So do I," said Gandalf, "and so do all who live to see such times. But that is not for them to decide. All we have to decide is what to do with the time that is given us.’”

De esta forma, se puede leer la historia del anillo como teología de la historia. Los mismos Frodo y Sam tienen un diálogo en que reflexionan y piensan sobre esto mismo. Frodo dice que se siente tan bien al escuchar a Sam como si la historia en que están ya estuviera escrita. Si bien no cito el pasaje porque es extenso les remito el diálogo que aparece en este blog cuyo link comparto:http://cnelkurtz.blogspot.com.ar/2010/07/teologia-de-la-historia-lo-que-sam-y.html Y aclaro, por supuesto, que esta es una interpretación que no es excluyente. Resulta una obviedad pero no está de más decirlo.

También puede decirse que algunos hechos centrales de la obra son producto de la Providencia, como por ejemplo el hecho de que Bilbo hallara el anillo perdido y que no matara a Gollum al escapar de las Montañas Nubladas, sobre el cual volveremos al final.

Por otra parte, me encanta que se desdibujen los límites entre vida y literatura, más precisamente en este caso entre las leyendas y canciones antiguas que saben nuestros hobbits y sus sencillas vidas ordinarias. Estos sin saber por qué se ven envueltos en ellas porque llega a manos de Bilbo el anillo de Sauron, el más poderoso de todos los anillos, el arma letal que puede cambiar el destino de la Humanidad para bien o mal dependiendo de si es destruida por Frodo arrojándola al Monte del Destino. En el link anterior se puede notar el asombro de Sam al darse cuenta hablando y reflexionando que él y Frodo se encuentran en medio de una gran historia que aún no acaba, una leyenda que sigue viva en tanto son portadores del anillo. Son varios los pasajes en que se advierte esta “contaminación” que desdibuja los límites de las viejas leyendas y la vida. Uno de mis preferidos es aquel en que Théoden está maravillado de haber visto Ents. Dice así (The Two Towers, Book Three, The Road to Isengard, Chapter VIII):

“The king was silent. "Ents!" he said at length. "Out of the shadows of legend I begin a little to understand the marvel of the trees, I think. I have lived to see strange days. Long we have tended our beasts and our fields, built our houses, wrought our tools, or ridden away to help in the wars of Minas Tirith. And that we called the life of Men, the way of the world.
We cared little for what lay beyond the borders of our land. Songs we have that tell of these things, but we are forgetting them, teaching them only to children, as a careless custom. And now the songs have come down among us out of the strange places, and walk visible under the Sun" (subrayado mío).

Siguiendo pues con los rasgos que pondero enriquecedores, uno de los tópicos literarios por excelencia en Tolkien es el ubi sunt?, es decir, el ¿dónde están? Tópico que consta en expresiones en las que el sujeto se pregunta por un rico pasado que ya se ha perdido. Hay un antecedente paradigmático en las elegías anglosajonas, uno de los primeros testimonios literarios. Un ejemplo en ESDLA es el de este poema que recita Aragorn sobre Rohan (The Two Towers, Book Three, The King of the Golden Hall, Chapter VI):

“Where now the horse and the rider? Where is the horn that was blowing?
Where is the helm and the hauberk and the bright hair flowing?
Where is the hand on the harp-string, and the red fire glowing?
Where is the spring and the harvest and the tall corn growing?
They have passed like rain on the mountain, like a wind in the meadow;
The days have gone down in the West behind the hills into shadow.
Who shall gather the smoke of the dead wood burning?
Or behold the flowing years from the Sea returning?”

Continuamente Tolkien hace referencia al pasado cercano y remoto de hobbits, elfos, enanos y hombres cuyas historias podemos encontrar en El Silmarillion que es un libro acerca de las dos primeras edades de la Edad Media y también una suerte de Génesis del mundo que creó nuestro escritor.

Su obra es tan interesante que no importa saber cómo y cuándo sucederán los hechos al releer la obra. Sucede como con los mitos. El auditorio griego en la Antigüedad ya sabía que Edipo tenía relaciones con la madre y que al final se arrancaba los ojos del horror, y aun así el griego asistía interesado y entusiasmado al teatro para ver una historia cuyo desenlace y pormenores ya conocía; eso no menguaba el interés y el placer al contemplar la obra, mucho menos la catarsis que experimentaba como dice Aristóteles en su Poética. Lo mismo sucede pues con esta historia del anillo, así como con cada historia digna de contarse que genera interés y placer. Tolkien era consciente del poder del mito, de hecho, él habla de la mitopoeia, es decir, la creación del mito y del poder que tiene en el lector. El relato de Tolkien es como el mito. Releemos la historia, conocemos el desenlace y los pormenores, pero no hace menor el interés ni el placer de la lectura. Se genera una empatía inmediata con los hobbits.

Esa búsqueda de Bilbo y de Frodo es, a su vez, una búsqueda del lector. Es, por otra parte, uno de los cuatro temas sobre los que escribe el hombre desde que el mundo es mundo, según quiere Borges en su texto “Los cuatro ciclos”. Los otros tres son la muerte de un dios, la guerra y el regreso. Tres se cumplen en Tolkien de forma magistral. La vuelta a casa es el regreso al mundo cotidiano y ordinario. Los personajes dan sus espaldas a las leyendas en las que se ven metidos, como dice Bilbo al final de ‘El Hobbit’ (The Last Stage, Chapter XIX):

“Our back is to legends and we are coming home”


                                                                   Bolsón Cerrado, casa de Bilbo Bolsón. Ilustración hecha por John Howe

Los hechos protagonizados en esta historia son, en algunos casos, el cumplimiento de profecías como el retorno del rey en el caso de Aragorn o el protagonismo que obtendrá Frodo en el destino del anillo del poder. Véanse los versos proféticos acerca de ambos (The Fellowship of the Ring, Book Two, The Council of Elrond, Chapter II):

“All that is gold does not glitter,
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost.
From the ashes a fire shall be woken,
A light from the shadows shall spring;
Renewed shall be blade that was broken,
The crownless again shall be king

Esto lo compone Bilbo, pero en el caso de los versos que siguen, estos son oídos por Boromir en un sueño, lo cual hace el hecho más misterioso. Se lee:

“Seek for the Sword that was broken:
 In Imladris it dwells;
 There shall be counsels taken
 Stronger than Morgul-spells.
 There shall be shown a token
 That Doom is near at hand,
 For Isildur's Bane shall waken,
 And the Halfling forth shall stand” (subrayados míos)

Bilbo mismo en ‘El Hobbit’ cumple parte de profecías vox populi, y al final Gandalf lo amonesta diciéndole que no dejará acaso de creer ahora en ellas porque ayudó a que se cumplieran (The Last Stage, Chapter XIX):

“Surely you don’t disbelieve the prophecies, because you had a hand in bringing them about yourself? You don’t really suppose, do you, that all your adventures and escapes were managed by mere luck, just for your sole benefit? You are a very fine person, Mr. Baggins, and I am very fond of you; but you are only quite a little fellow in a wide world after all!”


Y eso es lo que somos todos, simples individuos en un mundo enorme del cual podemos tomar protagonismo inesperadamente como Bilbo y Frodo o no, pero somos parte del mismo. Somos coautores con Dios de nuestro destino: es mi punto de vista personal. No todo está en manos de Dios, también hay parte en las nuestras por el libre albedrío que nos dio.

Finalmente, comparto un momento central de la historia del anillo. Es ese en que Bilbo halla el anillo gateando a tientas y a oscuras en cuatro patas en un túnel de las Montañas Nubladas. Luego de los acertijos con Gollum Bilbo se encuentra cerca de la salida y se debate entre matarlo o bien dejarlo e irse como finalmente hace. Este hecho posibilita que el anillo sea destruido y la paz y el bienestar de toda la Tierra Media restablecida porque, como sabemos, Frodo no puede por voluntad propia destruirlo, ya que naturalmente el anillo es más fuerte que su voluntad, y es en esa lucha enceguecida y desesperada con Gollum que lo sigue hasta allí como se destruye el anillo que, al final, es arrebatado a Frodo por Gollum quien celebrado su recupero trastabilla y se cae al fuego del Monte del Destino con el anillo, destruyéndose de esta forma. Por esta razón Gollum tiene un papel importantísimo en la destrucción del anillo de poder, siquiera accidentalmente.

Leemos en el quinto capítulo de El Hobbit (Riddles in the Dark):

“A sudden understanding, a pity mixed with horror, welled up in Bilbo's heart: a glimpse of endless unmarked days without light or hope of betterment, hard stone, cold fish, sneaking and whispering. All these thoughts passed in a flash of a second. He trembled. And then quite suddenly in another flash, as if lifted by a new strength and resolve, he leaped.”


Acaso eso hubiera pasado de no poderse haber destruido el anillo, días interminables sin luz en un mundo sin esperanza. Frodo se lamenta de que Sauron se entere por Gollum que el anillo único fue encontrado y de que ahora lo tiene un Bolsón, y así le dice a Gandalf (The Fellowship of the Ring, Book One, The Shadow of the Past, Chapter II):

"What a pity that Bilbo did not stab that vile creature when he had a chance!"
"Pity? [responde Gandalf] It was Pity that stayed his hand. Pity, and Mercy: not to strike without need. And he has been well rewarded, Frodo. Be sure that Bilbo took so little hurt from the evil, and escaped in the end, because he began his ownership of the Ring so. With Pity."
"I am sorry" said Frodo. "But I am frightened; and I do not feel any pity for Gollum."
"You have not seen him," Gandalf broke in.
"No, and I don’t want to," said Frodo. ". . . Now at any rate he is as bad as an Orc, and just an enemy. He deserves death."
"Deserves it! I daresay he does. Many that live deserve death. And some that die deserve life. Can you give it to them? Then do not be too eager to deal out death in judgement. For even the very wise cannot see all ends. I have not much hope that Gollum can be cured before he dies, but there is a chance of it. And he is bound up with the fate of the Ring. My heart tells me that he has some part to play yet, or good or Ill, before the end; and when that comes, the pity of Bilbo may rule the fate of many -- yours not least." (subrayado mío)

Esa piedad hará posible que el anillo sea destruido. Es magnífico el realce que da Tolkien a este valor como a tantos otros. Posibilita el hecho que es epicentro de los acontecimientos de la obra, puesto que la destrucción del anillo marca el fin de la Tercera Edad y el inicio de la Cuarta con el predominio y gobierno de los Hombres con Aragorn como rey. Se restaura un orden que estaba en vilo por la amenaza del malvado Sauron. Todo por la piedad de un hobbit, el más humilde y pequeño de los seres, el más insignificante ¿No es acaso maravilloso? Es conmovedor.

La historia de los protagonistas termina en casi todos los casos con el regreso a casa. Han salido de ella para entrar en un mundo de leyendas y viejas canciones sin esperarlo (en el caso de los hobbits). Así como en la vida, que a veces no podemos distinguir verdad de ficción, como en los sueños o en la literatura, de la misma forma en Tolkien no reconocemos una de otra y ese es uno de los encantos más fascinantes y atrapantes de la obra que provoca una atracción irresistible, como la vida, como los sueños…


T

martes, 12 de octubre de 2010

"Por el bebé no nacido"

Traduzco a continuación una poesía de Chesterton,
y a continuación ofrezco los versos en inglés, su idioma original.
Al final haré un breve comentario sobre la poesía y el autor:

«Si los árboles fueran altos y el pasto corto,
como en un algún loco cuento,
si aquí y allí un mar fuera azul
más allá del límite que se pierde,

si un fuego fijo pendiera en el aire
para calentarme un día completo,
si cabello verde oscuro creciera en grandes colinas,
yo sé qué haría.

En lo oscuro me encuentro; soñando
que hay grandes ojos fríos o amables,
y calles retorcidas y puertas silenciosas,
y hombres vivos detrás.

Que vengan las nubes de tormenta: mejor una hora,
y permiso para llorar y pelear,
que todas las edades que he gobernado
los imperios de la noche.

Yo creo que si me dieran permiso
de estar en el mundo,
yo sería bueno durante todo el día
que pasara en el país de las hadas.

Ellos no escucharían ninguna
palabra mía de egoísmo o desprecio,
si sólo yo pudiera encontrar la puerta,
si sólo yo pudiera nacer.»


"By the babe unborn"

«If trees were tall and grasses short,
  As in some crazy tale,
If here and there a sea were blue
  Beyond the breaking pale,
 
If a fixed fire hung in the air
  To warm me one day through,
If deep green hair grew on great hills,
  I know what I should do.
 
In dark I lie: dreaming that there
  Are great eyes cold or kind,
And twisted streets and silent doors,
  And living men behind.
 
Let storm-clouds come: better an hour,
  And leave to weep and fight,
Than all the ages I have ruled
  The empires of the night.
 
I think that if they gave me leave
  Within that world to stand,
I would be good through all the day
  I spent in fairyland.
 
They should not hear a word from me
  Of selfishness or scorn,
If only I could find the door,
  If only I were born.»



En esta hermosa poesía leemos la voz del bebé que no nació. En primer lugar, es muy original por parte de Chesterton. No conozco poeta alguno que haya dado voz a un bebé sin nacer. Sabemos muy bien qué haría un niño en un campo con cabellos verde oscuro en grandiosas colinas. Lo podemos ver jugar a la luz del sol, con el mar a su lado, y a la sombra de los altos árboles que dan cobijo.

Es muy importante destacar que el niño prefiere las nubes de tormenta y el permiso -alguien se lo debe dar- para llorar y pelear, antes que gobernar los dominios de la noche sin nacer. Hay un tiempo para todo en esta vida, como dice el eclesiastés. El promete ser bueno por la oportunidad que tendría de vivir en este país de hadas, tan maravilloso para todo aquel que lo ve con los ojos de un niño. Puede prometer "porque en la promesa hay algo inmortal", como dice Borges. Ser niño tiene un valor fundamental al descubrir el mundo. Es como mejor se entiende al padre, y es la manera en que Jesús señaló que deberíamos entender lo que nos dice.


Bien dijo Borges que la obra de Chesterton no encierra una sola página que no ofrezca una felicidad. Lo compruebo cada vez que lo leo. Él vio el mundo con los ojos de un niño, porque pudo asombrarse toda la vida de lo maravilloso y milagroso que es el hecho de existir. G. K. comenta en su libro Ortodoxia que las únicas palabras que siempre lo satisficieron para describir la Naturaleza

"son las empleadas en los libros de cuentos de hadas, tales como 'encanto', 'hechizo', 'encantamiento'. Expresan la arbitrariedad del hecho y de su misterio. Un árbol da frutas porque es un árbol mágico. El agua cae de la montaña porque está embrujada. El sol brilla porque está encantado".

Esta postura edificante se encuentra también en la biografía de Maisie Ward, donde leemos estas palabras suyas:

«Aquí muere otro día,
durante el cual tuve ojos, oídos, manos
y el vasto mundo en torno mío;
y mañana empieza otro.
¿Por qué se conceden dos?»

Por eso, escribe con su razón su "queja":

«Dame algún tiempo;
si abres tantas puertas
y me haces tantos dones, Señor,
no lo tendré para apreciarlos todos.»



Como el bebé que quiere hallar la puerta, esperemos que nosotros podamos hallar, si no todas, al menos algunas de todas las puertas que se nos abren día a día, porque eso es arbitrario, eso es un misterio que tiene un designio. Y abramos también las puertas del sentido común sobre las que nadie como Chesterton preconizó en un mundo que con el tiempo parece volverse cada vez más loco. Ya lo dijo en una frase lacónica que es magistral: "el error es una verdad que se ha vuelto loca". Ahora que el sentido común va a contramano del calendario, retroceder cien años hacia Chesterton es avanzar hacia una buena cantidad de magníficas noticias.

Yo, personalmente, agradezco que en la tierra haya Chesterton. 
Es un don que tenemos y es justo agradecerlo. 
Espero que hayan disfrutado y apreciado la poesía y su forma de ver el mundo.

domingo, 11 de octubre de 2009

Hacia la esencia










               

Una brújula

Todas las cosas son palabras del
idioma en que Alguien o Algo[1], noche y día,
escribe[2] esa infinita algarabía[3]
que es la historia del mundo. En su tropel

pasan Cartago y Roma[4], yo, tú, él,
mi vida que no entiendo, esta agonía
de ser enigma, azar, criptografía[5]
y toda la discordia de Babel[6].

Detrás del nombre hay lo que no se nombra[7];
hoy he sentido gravitar su sombra[8]
en esta aguja azul, lúcida y leve,

que hacia el confín de un mar tiende su empeño,
con algo de reloj visto en un sueño
y algo de ave dormida que se mueve[9].


Borges, en El otro, el mismo (1964).






[1] Es una diferencia sustancial decir Algo o Alguien, ya que uno denota un concepto abstracto y otro una inteligencia divina.

[2] Aquí está en juego la visión del mundo como libro propia de la tradición judeo cristiana que implica el mundo como creación de un Hacedor, en este caso, de Alguien que lo crea con Su Palabra escribiéndolo.

[3] Algarabía viene del árabe y significa “la lengua árabe” y, a su vez, denota un griterío confuso de palabras. Eso sería el árabe para los españoles que lo escucharon entre los siglos VIII y XV. Esta palabra resulta interesante por ser onomatopéyica como bárbaro, que los griegos usaban para quienes no hablaban el griego, porque al ser sonidos ininteligibles para sus oídos los oían como si dijeran: “bar bar”.

[4] Se refiere a las Guerras Púnicas acaecidas entre los siglos III y II a.C. Dieron un viraje importantísimo a la Historia de la Humanidad. Roma, cuya política bélica había sido mayormente defensiva, tras la victoria pasó a tener una política más ofensiva. Hasta entonces el romano no había salido de su tierra e inclusive para estas guerras quienes manejaban las naves eran griegos reclutados por Roma. Con este resultado ahora se larga al mar y a Europa. Finalmente, resulta importante esta victoria de Occidente porque el mundo de hoy sería otro de haber prevalecido Cartago y porque hacían sacrificios humanos al dios Baal. A priori, ser etnocéntrico no está bien visto hoy día, pero no obstante, creo que fue importante que no prevaleciera una cultura que sacrificaba vidas humanas, porque no está en manos del hombre acabar con la vida que le es dada, es sacrílego.

[5] Es una escritura (que) oculta, o bien enigmática.

[6] Rememora el episodio bíblico de Génesis, 11, 1-9. Nimrod se propuso llegar al cielo construyendo la torre. Símbolo de la soberbia humana de querer sobrepasar los límites que no podemos franquear al más allá en vida. Es además la historia etiológica del origen de las lenguas. Antes se hablaba una sola, con la destrucción de la torre por parte de Yahvé, que les había ordenado a los hombres que se expandieran, se sembró la confusión y la discordia y se originaron las lenguas. Por eso la ciudad se llamó Babel, que en hebreo, suena como el verbo que significa confundir. Véase la nota 3 a la poesía “Las causas” de Borges, también comentada en el blog.

[7] Idea filosófica nominalista por la cual un nombre no puede nombrar la esencia de una cosa. El Nominalismo confrontado al Realismo fue un gran debate filosófico medieval. Borges concebía al lenguaje como hecho estético, sin importarle si nombraba la esencia de algo o no (Cf. “La poesía” en Siete noches). Son notables las cuantiosas ideas en su poética, muchas de ellas contrarias en la búsqueda de la verdad que no le interesaba tanto como la búsqueda de la belleza. Sintiéndose más nominalista y siendo esencialmente escéptico (Cf. “Epílogo” en Otras inquisiciones), con todo, admiraba también la Teoría de los Arquetipos de Platón, que afirma que existen ideas o formas como entidades subsistentes y separadas de los individuos particulares; esta teoría es una de las vertientes del Realismo posterior.

[8] Por lo susodicho en la nota anterior un nombre cabría postularlo en esta poesía como una sombra de algo que está detrás de ella. Borges le dice a Bioy: “El libro es la sombra de algo que está en la mente del autor y que el autor no conoce claramente (…) Tal vez no haya, en la mente de los poetas, poemas malos; tal vez en casi todos los poemas malos habrá un poema bueno, que movió a escribir al autor” (en Borges de Bioy, p. 32-33).

[9] En los dos versos finales vemos la alusión al sueño que quizá nos acerque más a la esencia, a lo que no se nombra y está detrás del nombre y, a la vez, a una visión más parecida a la de la divinidad, uno intelligendi actu (“en un solo acto de intelección”. Recuérdese la visión del De Consolatio Philosophiae de Boecio y véase el texto “Sueños de sueños” de Tabucchi aquí en el blog). La brújula, entonces, tendería su empeño a la orilla de la esencia donde quiere llegar el hombre en sus meditaciones atravesando el mar. Viaja en pos de la verdad conociendo, y la vida como peregrinaje es otro lugar común de las literaturas, cuyo testimonio más recordado es el de San Agustín de Hipona con su Civitas Dei. ¿Usamos la brújula de nuestra razón para acercarnos a la esencia? ¿Tentamos la aproximación o nos conformamos con las cualidades? En última instancia o en el fondo de toda preocupación humana, ¿nuestra vida y sus móviles por qué, cómo y para qué son? Preguntas todas que van al grano y resultan edificantes. Evitarlas es síntoma de una fidelidad irreflexiva a la letra y de una infidelidad inevitable al espíritu. Hagámoslas.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Las causas

Baste enunciar que los estoicos creían en la causalidad de los hechos, una idea de cuño determinista por la cual todo tiene su razón de ser y su/s causa/s en la máquina del mundo. Dos personas, en este caso, bien pueden estar predeterminadas a encontrarse por todas las razones que enumerará Borges en esta poesía que comento con notas al pie.




Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso[1].
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro[2]. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia[3].
La luna que miraban los caldeos[4].
Las arenas innúmeras del Ganges[5].
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña[6].
Las manzanas de oro de las islas[7].
Los pasos del errante laberinto[8].
El infinito lienzo de Penélope[9].
El tiempo circular de los estoicos[10].
La moneda en la boca del que ha muerto[11].
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia[12].
La sombra de las cruces en la tierra[13].
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante[14]. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos[15].
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo[16].
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido[17].
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.




JORGE LUIS BORGES, en Historia de la noche (1977).




[1] Recordemos la palabra cosmos del griego que significa tanto “universo” como “orden”. Al ser creado el Edén habrá tenido su orden armónico.
[2] Verso de seis pies de la poesía antigua de Grecia y Roma. Versa mayormente sobre temas épicos, cuya palabra es memorable por el valor y el heroísmo de los guerreros en la batalla.
[3] Kafka dijo: “Cómo no nos fue permitido construir la Torre de Babel, cavamos su pozo”.
[4] El caldeo fue un pueblo destacado por su astrología, de hecho, “caldeo” llegó a ser sinónimo de “astrólogo”. Véase la Oda I, 11 de Horacio quien aconseja a una mujer no tentar los números babilonios y vivir el instante atrapando el momento con la famosa expresión -ya proverbial- Carpe diem.
[5] Borges gustaba citar la famosa parábola de Heráclito, filósofo presocrático del siglo VI a.C.: “ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río” porque el río nunca es el mismo, y así el río es el tiempo que cambia, y nosotros también somos ese río elemental del tiempo. Las arenas del Ganges, entonces, podrían ser las cosas que están dentro de ese tiempo que todo lo arrastra en su cauce, como dice Marco Aurelio en sus Meditaciones: “El tiempo es como un río que arrastra los acontecimientos. Apenas una cosa salta a la vista, es arrastrada; aparece otra a su vez, y es arrastrada con igual prontitud”. Somos las arenas innumerables. Véase también la poesía de Borges “Son los ríos” en Los conjurados (1985) donde plasma la idea de Heráclito en versos memorables.
[6] En la Antología de la literatura fantástica (1940) Borges, Bioy y S.Ocampo incluyen el texto de Chuang-Tzu que dice: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu”.
[7] Son las manzanas que custodian las Hespérides en el extremo occidental del mundo conocido en la Antigüedad. Estas manzanas fueron regaladas a Hera por su matrimonio con Zeus.
[8] Decir que el laberinto es “errante” conforma una hipálage, esto es, una figura retórica muy frecuente en la poesía clásica que consiste en atribuir a un nombre o un sustantivo una palabra que no se le atribuiría lógicamente. El errante es el que está perdido en el laberinto. Y bien, el valor de esta figura consiste en proyectar el alma del poeta sobre las cosas inanimadas, y sobre todo, radica en que podamos admitir la validez de la similitud en la atribución del adjetivo a dos objetos distintos que devienen así indisociables por el poeta que los liga con su palabra. Otro ejemplo hermoso de hipálage es el de Milton que habla de la “lámpara estudiosa”. En el gabinete de estudio el lector y la lámpara son uno estudiando.
[9] Se refiere al lienzo que Penélope tejía de día y destejía de noche. Ella les decía a sus pretendientes que tomaría esposo de nuevo una vez terminado el lienzo. Ella, secretamente, esperaba que volviera Odiseo, que lo hizo luego de veinte años; diez en Troya y diez en Odisea.
[10] Al concebir al tiempo de esa forma creían que todo se vuelve a repetir, porque todo vuelve sobre sí mismo como los astros en su año cósmico. Según esta doctrina, en el futuro todos volvemos a ser quienes somos y a hacer las mismas cosas; todos hemos sido de la misma forma en el pasado y las cosas que hacemos las hemos hecho siempre. Yo, por ejemplo, siempre escribí estos comentarios a la poesía de Borges, no sólo ahora.
[11] En la Antigüedad ponían una moneda en la boca del muerto porque, según la mitología grecorromana, al morir vamos al Hades y allí el paso inexorable es el cruce del río Aqueronte en la barca del viejo Caronte. A éste se le debía pagar por el cruce al otro lado de la orilla, por eso ponían una moneda en la boca del muerto.
[12] Batalla que se libró en Grecia en el año 48 a.C. donde César venció a Pompeyo en la guerra civil romana.
[13] Verso ambiguo. Quizá no para un lector más avezado. Arguyo una posible sugerencia de Borges. Y tiene que ver con la cruz que se trazaba en el acto fundacional de una ciudad, cuyos extremos indicaban los cuatro puntos cardinales.
[14] Nueva hipálage. Véase nota 8.
[15] Cf. Oda, IV, 7, v. 16 de Horacio: Pulvis et umbra sumus (“Polvo y sombra somos”).
[16] La caligrafía es el arte de escribir con bella letra, de gran importancia en Oriente.
[17] Nueva hipálage. Véase nota 8.

sábado, 22 de agosto de 2009

Una verdad de la razón


Evitemos de ahora en más un equívoco frecuente de la vida cotidiana. Me refiero a la locución adverbial tener razón que significa “estar en lo cierto”. Solemos usarla, vale aclarar, cuando alguien dice algo acertado, correcto o verdadero. La idea es clara.

Ahora bien, puede ocurrir que uno crea tener razón y en realidad diga algo falso. Y el problema reside en que si refutamos lo dicho a esa persona le decimos que no tiene razón cuando en realidad la tiene porque o todos tenemos razón o nadie tiene razón. Quiero decir que el hombre es sapiens, esto es, que sabe, que está constituido por la razón. Si es algo que nos constituye como tales no podemos decir que no tenemos razón; todos la tenemos.

La razón nos acerca a la verdad y cuando la hallamos no importa de quién viene, sino llegar a ella[1]; si alguien nos ayuda tanto mejor. Porque es en el diálogo como nos podemos ayudar a encontrarla. Platón ya lo supo, por eso compuso sus textos en forma dialógica creando la dialéctica, el arte de dialogar.

Hoy día tristemente (y cuando decimos hoy día solemos referir un estado de cosas que es desde que el mundo es mundo), la gente se obstina en querer tener razón. Discusiones encarnizadas entre partes que no buscan llegar a una verdad sino complacerse a sí mismas en una guerra dialógica, que a veces no llega a diálogo porque desmerece al lógos -morfema que compone a la palabra diálogo-, y se reduce a mera charla que no comporta ningún fin útil a ninguna de las partes. Esto es un error, “se entiende que una persona pierde y otra gana, lo cual es un modo de estorbar la verdad o de hacerla imposible”[2], dice Borges. Es una mera vanidad personal querer tener razón.

No ha de ser así. La palabra debe ser constructiva, cuando no creativa. Se ha hecho el mundo con ella. Si Dios no hubiera hablado no habría nacido el mundo. Recordemos los versículos iniciales del Evangelio según San Juan:

En el principio existía la Palabra,

y la Palabra estaba junto a Dios,

y la Palabra era Dios.

Al principio estaba junto a Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra

y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.


¿Qué provecho habrá en hablar sin un fin positivo que procure hallar en las cosas su realidad, su existencia, que quiera develar algo que está tapado y que ignoramos? Pues eso significa la verdad en griego: aletheia (quitar el velo a algo oculto). Según la doctrina platónica conocer es recordar; Francis Bacon añadió que ignorar es haber olvidado[3].

Como toda afirmación es excluyente, por lo susodicho no se debe entender que el fin que propongo deba ser el único que tenga la palabra. Hay muchos y nobles. Básteme enunciar la presencia de éste para poner sobre aviso a los gentiles lectores.

Pareciera que actualmente estamos en las antípodas de la dialéctica platónica. Lejos del arte de dialogar. Borges en diálogo con Bioy Casares dice: “Siempre me asombra que la gente no oiga lo que dice” Gente que se especializa en la minuciosa anécdota pointless (sin sentido)[4], que no va al grano. Y Benigni en su película El tigre y la nieve: «Se le parole non sono giuste nulla è giusto. Trovare le parole giuste per far battere il cuore all'altro, così come batte a me!» (“Si las palabras no son justas nula es justo. ¡Encontrar las palabras justas para hacerle batir el corazón al otro, así como me bate a mí!”). Precisamente porque la palabra es nuestro insuflo divino[5], lo que nos hace distintos de los animales. La vida al ser un talento debe dar fruto (Mateo 25: 14-30) En cambio, se habla sin sustancia y fuera de propósito (Mateo 12: 36). ¿Quién no ha tenido estas charlas aburridas? ¿Y sobre todo quién está dispuesto a cuestionarse si el interlocutor está en lo cierto y uno no? Quien nada duda nada sabe decían los griegos que sabían muchas cosas. Eventualmente no queremos confrontar nuestras preferencias, y eso hace que se cristalicen en prejuicios[6]. En ello reside la dificultad. Pero debemos mantenernos abiertos y curiosos, pues como dice Savater: “el espíritu nace de la búsqueda incesante de formas diferentes de ser semejantes”[7]. Pienso que es un acto de coraje y de amor al conocimiento y a la verdad.



Un ejemplo claro de que importan más las verdades que su procedencia está en los refranes. Los nombres de quienes los han creado se han perdido. La sociedad que atesora estos refranes los ha retenido en su memoria porque encierran verdades; algo bueno, bello y justo, como hemos dicho que hace la tradición evocando las palabras de San Pablo[8]. Encierran algo que es bello por ser inteligible sin reflexión, como dijera André Maurois.

Y es que el corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer. El hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende y aun lo que comprende como Sócrates (en su frase atribuida): “Sólo sé que no sé nada” Creo que el escepticismo debe tener un límite, y que es un uso erróneo de la razón. Es Blaise Pascal quien nos enseña en sus Pensamientos cómo debemos usar la razón (268):


“Hay que saber dudar donde es necesario,

afirmar donde es necesario, sometiéndose donde es necesario.

Quien así no procede no entiende la fuerza de la razón.

Hay quienes fallan contra estos tres principios, ya sea afirmando

todo como demostrativo, por falta de conocimientos

en demostración: ya sea dudando de todo, por falta de saber

dónde hay que someterse, ya sea sometiéndose en todo, por

falta de saber dónde hay que juzgar”.


Y será Borges, aun cuando se define esencialmente escéptico[9], quien dirá con acierto que un “sofisma consiste en negar lo que no es fácil de definir. Quizá no se pueda precisar cuándo acaba el día y empieza la noche; pero nadie confunde el día con la noche”[10]. Que algo sea difícil de definir no significa que no sea y que se pueda negar. Repito, todos queremos creer en algo y que nos crean. Recuerdo a Don Quijote diciéndole al oído a su escudero: “-Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos. Y no os digo más”[11].



Finalmente, en la busca de la verdad hay –
grosso modo
- dos posturas:

a- Quienes creen que es imposible llegar a ella.
b- Quienes dicen que la verdad es Dios.


Esta división comporta concepciones del ser humano acerca del más allá y creencias religiosas sin duda. La segunda postura está sustentada en la Biblia (véase, por ej, I Juan 5: 6 y Juan 14: 6), que es Palabra de Dios (ya citamos los versículos iniciales del Evangelio según San Juan). Algunos acusan a la Iglesia de rebajar la razón, pero es al contrario: “La Iglesia es lo único que, en la tierra, hace de la razón un objeto supremo; la única que afirma que Dios mismo está sujeto por la razón”[12] sostiene Chesterton. Eso procuró la teología con su escolástica, llegar a Dios mediante la razón.


Claro que buscar la verdad es arduo porque la vida en su misterio es inagotable, como nos recuerda Hamlet:

«There are more things in heaven and earth, Horatio, than are dreamt of in your philosophy»[13].

Pero la vida sin misterio sería insulsa y aburrida. Si supiéramos todo nada nos quedaría por saber. Felizmente podemos estar en desacuerdo, pero siempre respetando y tolerando al otro. Sigamos pues ayudándonos en la busca de la verdad haciendo uso de nuestra razón sin acobardarnos ni envanecernos. Yo, estoy con ustedes.

[1] Cf. la frase «Amicus Plato, sed magis amica veritas» Esto es: “Platón es mi amigo, pero la verdad es más mi amiga”. La verdad puede venir de un filósofo o pensador cualquiera, no importa de quién, sino que sea una verdad. Eso es más importante.

[2] Borges, Jorge Luis, Ferrari, Osvaldo, Reencuentro, diálogos inéditos, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1999, p. 208.

[3] Cf. Epígrafe del cuento “El inmortal” en El Aleph, Jorge Luis Borges.

[4] Bioy Casares, Adolfo, Borges, Ed. Destino, Buenos Aires, 2006, p. 106.

[5] Cf. Génesis, 2: 7.

[6] Cf. Martínez, Guillermo, La fórmula de la inmortalidad, Ed. Seix Barral, Buenos Aires, 2005, p. 11.

[7] Savater, Fernando, La vida eterna, Ed. Ariel, 2007, p. 175.

[8] Cf. 1 Tesalonicenses, 5: 21.

[9] Cf. Epílogo de Otras inquisiciones.

[10] Bioy Casares, Adolfo, Borges, Ed. Destino, Buenos Aires, 2006, p. 61.

[11] Cervantes, Miguel, Don Quijote de la Mancha, Ed. RAE, 2004, p. 865.

[12] Cf. Chesterton, Gilbert Keith, El candor del padre Brown, Ed. Losada, Buenos Aires, 1939, p. 23.

[13] Hamlet, 1,5, v. 186. “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía”.