G.K.Chesterton leyendo sentado en un banco.
Un hombre
cruza la plaza y entra al banco. Se coloca detrás de la fila y acto seguido
abre un libro y se pone a leer. Escucha gente en voz baja que se reprocha no
haber hecho lo mismo. También comprueba que lo miran con aprobación por su
ingenio. El resto es espera y placer por la lectura. El tedio de esperar no
molesta a quien sabe que el tintero es inagotable. Disfruta leyendo porque no
hay tiempo que perder esperando y se deja llevar por el cauce de la lectura
avistando meandros con paisajes nuevos o conocidos pero vistos desde otra
perspectiva sobrecogedora. El río de la lectura no termina jamás ni quien lo
pisa es siempre el mismo hombre, parafraseando a Heráclito.
Es una buena
forma de matar el tiempo. Ya no como el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo
que están peleados con él porque la Reina de Corazones los acusó de hacerlo por
su pésima música en Alicia en el País de
las Maravillas. Confieso que me cuesta recordar gente leyendo mientras
espera. En terminales de transporte es más fácil ver gente leyendo, pero en la
inmediatez de lo cotidiano cuando debemos hacer un trámite no encuentro vecinos
aprovechando el tiempo al leer, y todo lo que se siente en el ambiente es un
tedio y una tensión monótona e invasiva.
¿Qué
esperamos para llevar nuestras lecturas a los bancos, a las filas interminables
de pagos y demás lugares en que debemos necesariamente esperar? Siento, sin
embargo, que es una cuestión cultural. Acaso no haya tantos lectores entre
nosotros, o bien disfruten de leer en la cama diez minutos antes de dormirse.
Pero bien cabe usar la inteligencia práctica y aprovechar esa hora de nuestras
vidas que se nos va esperando viendo los minutos y la gente pasar. Ahora bien,
me podrán decir que mientras se espera se piensa o se medita, es cierto. De todas
formas, no lo veo en los rostros de los que esperan, ya que todos se dejan
arrastrar por ese tedio y esa tensión, y sólo esperan que acabe. No se sienten
capaces de pensar y meditar dadas las circunstancias.
Por eso es
que podemos proponer que leamos mientras esperamos ¿Cómo se empieza? Pues
hablando del tema y concientizando. Acaso con libros en los bancos,
instituciones, y cada lugar de espera que haya. Ya que no podemos usar
celulares ¿qué mejor que leer? Si tenemos una experiencia grata con un libro buscaremos
favorecer los momentos de lectura en espacios variados, y no sólo en la cama o
el living. Iremos a leer al río, a la playa, a la plaza, a la casa de nuestros
padres, a las bibliotecas, viajando… en un viaje sin fin como Don Quijote o el
barón rampante de Italo Calvino, entrañables lectores que nos enseñan que la
lectura es un viaje de ida y una forma de la felicidad.
2 comentarios:
Amigo, ese silencio, el de la lectura, es impagable para aquél que lo sabe aprovechar. Un saludo.
Muy cierto. Y aun el bullicio del mundo cuando nos rodean frivolidades no es impedimento para sumergirnos en la profundidad de la palabra. Una alegría leerte aquí de vuelta y felicitaciones por las publicaciones de tus libros amigo!
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